...Cuando las luces del semáforo quedaron en rojo el automóvil se detuvo y  todos los peatones comenzaron a pasar  delante de sus ojos como si fueran miles de Beatles atravesando el Abbey Road. Más allá cerca de la locomotora un hombre andrajoso sujetaba en sus manos lo único que avanzaba en su vida, las páginas de un libro viejo y desgastado que relataba las aventuras de un navío mercante.  Los niños seguían apostados en el cerro con las mismas sonrisas viendo pasar el tiempo en los cartones que los arrojaban sobre el pasto. El cartero con ojos de filatelista arrancaba en su bicicleta repartiendo las cartas de la primavera.  Un hombre radiante posaba de espaldas a la ciudad pareciendo esperar a Cartier Bresson…. Y ella seguía ahí, intentando buscar cuál era  su consigna (...)

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