Entrar a kinder pero con cartera

Cuando entré a kínder mi mamá me llevó a la feria de Ovalle a comprar una mochila del Rey León. Comprar esa mochila fue uno de los primeros simbolismos materiales que me llevaron a entender esa nueva etapa que implicaría salir de mi casa, compartir con cuarenta más de mi especie y aprender de una mujer que me enseñaría letras, números y pintar sin salirme de la línea.

Hoy, después de 18 años, mi mamá me llevó a una tienda, me compró una cartera, comprar esa cartera evoca ese antiguo simbolismo de una nueva etapa, ya que  saldré al  mundo a enfrentarme con cuarenta de mi especie; lo único diferente es que ellos cargan con la mochila, mientras yo cargo con mi cartera, pues soy la personificación de la misma mujer de la que tendría que aprender tanto tiempo atrás.

Con el tiempo los papeles se invierten, sin embargo, aun así, las sensaciones me parecen familiares.  A los cinco años fue el miedo de ese desapego de mis padres para descubrir por si sola lo que era verdaderamente la socialización y el aprender. Hoy a los 23 tal vez el miedo no sea precisamente el desapego hacia alguien, pero sí lo es, en el sentido de concretizar algo y de ver que esta semilla puede crecer y dar frutos.  Para mí, es el clímax de esta historia, probablemente una de las más importantes, porque guarda relación con la búsqueda de ese motor que conduce una de las tantas partes de la vida y que te casa con una profesión, con la profesión que tú elegiste.


Llegó el día, se acabaron los coqueteos, mañana empieza esa nueva etapa donde aparecen nuevas caras, nuevos nombres, nuevos horarios, nuevos hábitos, nuevas tantas cosas. Todo va salir bien.

Comentarios

  1. Hola, antes de mi comentario no sabía que tenías un blog y en verdad te felicito, me alegra harto, amo que la gente escriba, ojalá nunca te falte motivación ni tiempo para mantenerlo vivo.

    Ahora pasando al texto, me gustó mucho lo que escribiste, pensé en mi propia historia también, desde chica tuve cierta vocación de profe en la que no reparé hasta que estaba en cuarto medio y me di cuenta que la ingeniería comercial no era lo mío.

    Éxito en esta nueva etapa y que TODO se transforme en un aprendizaje, desde la mala compaginación de pruebas hasta el niño que te aportille la clase. TODO sirve, conviértete en una esponja.

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