Las Viejas Feriantes
Después de mi docurreality en
Yumbel viviendo una semana en un puesto de feria, bañándome con agua helada y paseándome
en piyama a vista y paciencia de un montón de viejos, creí haber entendido todo
lo que implicaba ser un feriante 24/7, pero hace poquitos días descubrí que no,
que me faltaba una parte y la peor de todas para completar mi diario de
experiencias de feria: conocer el mundo de las mujeres feriantes, esa secta tan
bien armada de viejas diestras en el cahuín como única entretención y que le hacen la guerra a cualquier intrusa que
ose invadir su territorio.
Exactamente llevo una semana
trabajando y desde mi lugar he analizado a mis tres vecinas, todas ellas muy
distintas de edad entre sí, pero todas por igual con eso que se llama “malas de
adentro”. La primera y la que considero la peor de todas, porque me ha hecho la
vida de cuadritos en mi larga jornada de doce horas de trabajo es mi vecina de
al lado, una vieja cincuentona en plena menopausia, culiá en el máximo sentido
de la expresión, esa es la vieja metete, la que es amiga del vejete que vendría
a ser mi “jefe” y que me caga todos los días contándole si puse un centímetro
más arriba o más abajo las cosas en el mostrador, cuántas veces fui al baño
(que casi siempre son dos veces) y bueno la parte que más le gusta es contar y
criticar lo que hago en el rato de mortandad cuando ningún alma transita por la
galería, que llevo libros y me la paso leyendo, que escribo y que sí, que no
socializó con ninguna de las vecinas por lo que estoy más que desinformada y
fuera de todo el hermoso círculo. Esta vieja es la típica vieja odiosa que te
ataca cuando entras en un persa y que si pudiera ponerte una pistola para que
le compres alguna hueá, lo haría, es impresionante cuando la gente viene
entrando y ella ya está preguntando qué cosa van a llevar y bajo esa lógica y
su tecnicismo de “así se trabaja en la feria” (porque me lo dice para todo,
incluso cuando ordeno lo que tengo que vender), mi trabajo es como las pelotas,
yo no sé vender y punto final.
Las segunda viejuja, y la que en
verdad le tengo respeto, porque la siento como la abuela diabólica, es una vieja
de unos 70 años, creo que la más caperuza en lo que a pelambre se trata. Esta señora
es como esa típica gente que se refiere a otros con diminutivos (juanita, catita, lolita) pero por dentro te
caga a un nivel heavy, me impresiona su habilidad de enchuecar la boca para
disimular cuando está en pleno acto de pelar o cuando voy al baño y la siento
cuchichear, de verdad que la vieja cacha todo, mira de pies a cabeza y siempre
tiene alguna cosa que acotar. En verdad que me da miedo su capacidad, a veces
la miro de reojo y tiene clavados los ojos en mí, como si envidiara los
veintitantos o me estuviera tirando todos los males posibles.
La última mujercita es la que
según yo se hace la desentendida en todo, es la típica mujer que quiere hacer
creer que es súuuuuper buena, pero igual se los caga a todos y sabe tanto o más
que las otras dos. Ella además es como la aplicada del sector, la que tiene el
puesto más bonito y ordenado, la que no tiene ni una pelusa en la ropa y la que
claramente le faltan ganas para ir a ordenar todo lo que yo tengo desordenado,
porque tengo asumido que no sirvo para vender ni para mostrar el producto “como
se trabaja en la feria”.
Sé que tal vez es mala leche de
mi parte escribir esto, pero es una forma de botar la tensión y la lata que a
ratos siento al no entender que exista gente a la cual no le haces nada y te
jode la vida haciendo las cosas más difíciles, mi mamá me dijo que estoy
equivocada, que esto se ve en todos lados y que aunque suene feo, no puedo
esperar más porque estoy en una feria con gente que vive y se mueve de otra
manera, y claro que sí, en un día me di cuenta que los escrúpulos no existen y
que además son tan prejuiciosas que piensan que estoy ahí para comprarme ropita
o para irme unos diiitas a la playa, en verdad que si no fuera porque realmente necesito de la plata, me hubiera ido altiro, pero también pienso que no quiero
darles en el gusto y que mi mejor forma de vengarme es seguir yendo, sonriéndoles
a todos los que vayan a comprar y ser educadita en lo más que se pueda. Y bueno, esperar que pase el tiempo si es que
antes no me dan el sobre azul y les doy el cumplido a mis afectuosas vecinas.
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