Jesmar para jugar (?)
¿Quién no recuerda esos viejos comerciales noventeros con la
típica niñita española y su sonsonete
característico promocionando a vista y
paciencia de muchas telespectadoras infantiles esa basta línea de muñecos y
muñecas dotados de súper habilidades que iban desde reírse hasta cagar en un
baño en miniatura?
Partamos de la base, pero, nunca
tuve acceso a un muñeco de Jesmar, y claro que sí, como dicen mis abuelos, en
los tiempos en que la plata valía, claramente, pagar 30 o 50 mil pesos por los
muñecos superdotados, a más de algún padre le resultó una barbaridad o un
dineral. Pero como todo no puede ser tan malo, siempre, SIEMPRE, había una
bendecida en el jardín, en el barrio o en el colegio con papás de buen bolsillo
que pudieron darle en el gusto y accedieron a comprar uno de estos monigotes,
el que fue cargado tantas veces en el coche o en los brazos de la niña
bendecida, quién lo llevaba a cada una de esas tardes de juegos como la mayor
atracción del momento y seamos sinceros, dependiendo de la cercanía que
tuvieras con la fulana, eso te daba licencia o para observarlo desde lejos o en
el mejor de los casos darle hasta la papa y sacarle los chanchitos.
Pero traigamos a la memoria a la
que según yo fue y será la más bacana de todas: LA ROSALBA. ¿Quién no quiso tener una Rosalba? Y cito la letra
de la famosa publicidad “Es como una amiga casi como TÚ de alta (Shi, la nueva
Rosalba CANTA) y su pelo CRECE para que puedas peinarla (Y cuando la peinas
TAMBIÉN CANTA). Ponle tus vestidos de antes o ¿“muchanda”? (Me encanta como
canta) y como además CAMINA y TE ACOMPAÑA”. Hueón, la Rosalba las hacía todas,
la loca era seca. Era de tu porte, le crecía el pelo, cantaba cuando la
peinabas y más encima caminaba y te hacía compañía. Y el comercial te lo dejaba
clarito como el agua, siempre me impactó cuando la pendeja que salía con ella
le estiraba la cabellera y le hacía miles de súper peinados mientras
supuestamente la Rosalba le cantaba con la cara llena de risa. Y el final
¿dónde lo dejamos? La pendeja y el papá de la pendeja llevando de la mano a la
Rosalba mientras ella iba CAMINANDO. O sea veiai’ esa hueá y sentiai’ que tus
muñecas de feria (esas que siempre tenían un ojo cerrado y el otro abierto) y
tus barbaras eran una porquería. La Rosalba les volaba la raja con todas sus
letras.
Después tenemos otros espectros
de juguetería al más puro estilo de Jesmar, un tanto más modernitos y que sí,
había que tener un tanto de experticia para tratarlos y jugar con ellos. Además
de dar la impresión que estas mentes creativas nos querían acercar y educar un
poco a lo que significaba el ser madre y tener que mamarse esas pequeñas cosas
desagradables que implicaban el cuidar de un bebé.
Recuerdo a dos. El primero era el
mal llamado “Chiquitín Enfermín”, un muñeco bastante simpaticón, con ese
aspecto de guagua característico y que sí, tal como lo decía su nombre, el wn
si tú lo tocabas, lloraba porque estaba enfermo supuestamente y tenías que
asistirlo con una serie de accesorios dándotelas de una mini súper enfermera o
médico. El tema es que pucha, el wn igual era como sensible a todo, me imagino
todas esas niñas bendecidas que durmieron con él y fueron despertadas a media
noche, porque el wn lloraba más que Solabarrieta en final de tennis.
Y por último tenemos al peor de
todos, al que me resulta casi literal. Un muñeco que caga. Chiquitín Cacú, su
nombre artístico. Otro más con aspecto de guagua simpática, el cual venía bajo
el brazo con un baño en miniatura. Pero y ¿cómo era el asunto? Hace tiempo una
amiga me reveló el procedimiento hasta llegar a las ansiadas fecas del monigote
(ansiadas, porque esa era la gracia por la que había que comprarlo). El tema es
que al mono le dabas en un plato un líquido cafesoso, después lo sentabas y ahí
podríamos decir que se liberaba de todas sus culpas, todos contentos, tiramos
la cadena y aquí viene como la parte más fea de todas. Reciclábamos lo obtenido y el resultado volvía
desde el retrete en miniatura al plato para poder continuar jugando. Y todo
culmina con. La hueá asquerosa. Cuántas infecciones habrá contraído ese mono (?).
Después de esto no me queda más
que decir que aunque quise uno de los
tantos muñecos de Jesmar que existieron y nos cagaron la psiquis en cada uno de
sus comerciales, me quedo con mis muñecas piratas, esas que les hacíamos las
voces y que a pesar que no hicieran nada magnífico por lo menos no tenía que
estar pendiente si se enfermaban, les daba diarrea o cantaban en demasía. Fin.
Ponle tus vestidos de antes, o un "chándal".
ResponderEliminarLo que en inglés se llama "tracksuit", en España es "chándal", en Chile, Perú, Honduras y otros países se llama "buzo", también le dicen "jogging" por ahí. Incluye el pantalón y la sudadera (o "polerón" en Chile).
De hecho, la vestimenta original de la muñeca Rosalba es un chándal.