Viva la Vida


El viernes en la mañana no quería ir a trabajar y me quedé mucho tiempo con la bata y la toalla en la cabeza mirando el techo. En la radio estaba sonando "A head full of dream" de Coldplay. Y me teletransporté otra vez al concierto. Siempre lo hago. Nunca escribí de ese concierto porque sentía que ninguna palabra iba poder describir todas las emociones, hay momentos que quedan grandes para escribirlos. Esa mañana pensé que es uno de los momentos más felices de mi vida porque me vi a los 13, a los 15. a los 17 y a los 20 como en un espejo. Muchas maribeles del pasado pasaban como películas y se proyectaban en las luces de colores que llenaban el Estadio Nacional.

Y pensé esa misma mañana después de casi cinco años de meditación que es justo y necesario llevar algo que me recuerde ese momento. Y elegí "Viva la Vida" porque nunca me había detenido a pensar en todos los simbolismos que tiene esa canción para mí. No sólo porque es la canción que me hace liberar más endorfinas, sino que también porque está metida la Historia con el desgraciado final de Luis XVI (algo que duplica mucho más el amor hacia la canción misma). Y porque siempre he amado la vida. Es la mezcla perfecta que yo quería, para que cuando alguien me lo preguntara, yo tuviera argumentos de sobra para responder. Que suenen las campanas de Jerusalén cuando las agujas entren en mi piel.















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